Dar fiesta a la Fiesta de Pamplona
Crónica de la sexta de la Feria de San Fermín de Pamplona
Ni ‘La Tizona’ del Cid Campeador o la ‘Joyeuse’ de Carlomagno tuvieron tan importancia ni fueron tan trascendentales como el acero en Pamplona. Llegaron los mozos provistos de mayor y fuerte repertorio, convirtiéndose de nuevo la plaza de toros en una fiesta que celebró a golpe de ‘goles’ las seis estocadas con las que se dio muerte a una corrida de Fuente Ymbro de buen juego, pero escasos de raza, a pesar de medirla al máximo debajo del peto. Bien es sabido el poder de la estocada en los tendidos navarros y, lo cierto, es que las seis fueron de premio. Difícil ver matar una corrida mejor. Seis estocadas, siete orejas. Ahora bien, no todo fue el acero, pues Ginés Marín mostró su clarividencia y momento, dejando con poso un gran toreo al natural; mientras que Miguel Ángel Perera exigió con poder y dominio al mejor lote del encierro. Por su parte, Luque tuvo que hacer frente al más deslucido.
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