Desde la prohibición de los toros a Puigdemont: 12 años sin Constitución en Cataluña
Editorial del 25 de septiembre de 2023. Mundotoro
Se cumplen 12 años desde la celebración de la última corrida de toros en la Monumental de Barcelona y en toda Cataluña. Año tras año, la efeméride, por mucho que se trate de esconder debajo la alfombra, es el retrato de nuestras incapacidades. Y de más cosas. Simboliza el relato victorioso de la ilegalidad y de la inconstitucionalidad de todo un país llamado España. Una foto fija y panorámica que señala a cada español, político del partido que sea, como integrante de un deterioro estructural de la vigencia de la ley y de la Constitución. El 28 de julio de 2010, el Parlamento Catalán violó la Constitución prohibiendo los toros en el único recinto que aún celebraba esos festejos en su comunidad. La Monumental de la Capital. En 2016 el Tribunal Constitucional sentenció la inconstitucionalidad de tal decisión. Y, sin embargo, no se ha restituido ese derecho, 12 años después.
En esos tiempos y mucho antes, cuando el Parlamento de Cataluña modificaba la Ley de Bienestar Animal en 1990. Una reforma, no de contenido animalista, sino una sutil inserción de prohibir los toros en todas las plazas portátiles (fin al toreo no controlado en los pueblos) y permitirlos solo en las plazas construidas de obra hasta esa fecha. Todas ellas eran de propiedad pública. Bastó con no sacarlas a concurso para que los toros desaparecieran de un plumazo. Mundotoro alzó la voz durante años, pues deducía, además de la ilegalidad del asunto, que se trataba de poner cerco a la única plaza de propiedad privada, La Monumental, que no abarcaba esa ley modificada. La de Barcelona. Mundotoro alertó año tras año de lo que estaba por llegar.
Fueron años de predicar en el desierto, con la sociedad española y la taurina dentro, sin caer nadie en la cuenta de que se estaba simbolizando todo lo que este país ha sufrido hasta desembocar en la actualidad. Que la Constitución y la Ley no imperan en todo el Estado. Que se puede prescindir y alterar sin que nada suceda. La clase intelectual, artística y política y los taurinos, por supuesto, no leyeron que comenzaba una sedición estructurada que consiste en la no observación de la Constitución. Años después, el Gobierno de este país depende de la voluntad de un prófugo de la justicia que violó la Constitución, comenzando un descrédito internacional sobre la calidad de la democracia en España.
Nunca se trató de una cuestión de toros sino de una cuestión de todos. Era una cuestión sobre el concepto de Estado y su Constitución y normas del propio Estado. Nunca fue tan cierto que para conocer la historia de España basta con conocer la del toreo
Nunca se trató de una cuestión de toros sino de una cuestión de todos. Era una cuestión sobre el concepto de Estado y su Constitución y normas del propio Estado. Nunca fue tan cierto que para conocer la historia de España basta con conocer la del toreo (José Ortega y Gasset). El toreo y su prohibición fue el conejo de indias o campo de pruebas del nacionalismo independentista y delincuente sin que nadie advirtiera la aberración que se quería lograr. A día de hoy, con el derecho restablecido a dar toros, este país y sus leyes y autoridades permiten que ese derecho no pueda llevarse a cabo a causa del intervencionismo administrativo de los delincuentes. Decimos delincuentes porque delinquir es violar la ley.
Creemos, como creímos hace tantos años, que la vuelta de los toros en Barcelona sería el símbolo y el síntoma del regreso de la Ley a este país. Que el hecho de que se pueda desarrollar una actividad respaldada por la Constitución sería el símbolo del hasta aquí hemos llegado, del basta ya. Porque un país y sus gentes e instituciones que permitan el incumplimiento de la ley de forma reiterada y el incumplimiento reiterado de la Constitución, aunque sea siempre el mismo artículo y en el mismo campo, es un país que invita a incumplir toda ley, toda la Constitución. Porque la Carta Magna es toda entera y no solo un pedazo, o no solo para todas las actividades menos la nuestra. Lo es en su todo. Y bien haría el toreo en dar la cara de forma conjunta y poner en pie un derecho que no ejerce desde hace 12 años. Y bien haría este país en abrir este debate de nuevo si quiere, aún, hablar de estado de derecho, de ley y de Constitución. Eso o que vivan los prófugos.
Prohibir los toros supone la prohibición de una parte del arte y del conocimiento. Es una mutilación que luego tienen sus consecuencias: mentes mutiladas e intolerancia.
ResponderEliminarSaludos
Es una curiosa censura la de aquellos que exigen libertad y respeto a las diferencias culturales y, por ejemplo, a los idiomas minoritarios. Respeto que ya tienen y, sin embargo, ellos niegan y prohíben con leyes inconstitucionales todo lo que no es de su gusto o sensibilidad.
EliminarEn la vida no hay premios ni castigos, hay consecuencias, como bien apuntas. Y ya se hacen notar.
Gracias y un saludo.