Análisis de la Feria Taurina del Pilar | No lo hemos visto todo: queda un año más
Ganado de saldo, carteles pobres y ausencia de figuras, la tónica de la feria.
Terminada la feria del Pilar, la obligada mirada panorámica retrata a las claras las prioridades de la empresa Zúñiga y toros SL y, en consecuencia, los resultados obtenidos. Para ellos los planes se han cumplido en su totalidad a costa de cercenar la categoría de La Misericordia convirtiéndola en una plaza de rango menor a la que los principales del negocio (ganaderos o toreros) vuelven la cara porque saben que en esta etapa ni hay ni rumbo ni moneda.
De ahí que los carteles -posiblemente los más pobres de los últimos años- contaran con las ausencias más notables. Con esa segunda división se ha tenido que tragar si exceptuamos, un poner, el cebo de la despedida de Ponce (David Galván en el lote) en la que Jorge Isiegas -que entró en el puesto de Tristán Barroso- dio un empujoncillo a su carrera.
Sí, como en los casos de Castella, ha habido puertas grandes. Cuestionables como la de Tomás Rufo. También aunque menos si se quiere lo fue la de Daniel Luque. Luego, a una oreja por cabeza, los becerristas Sejas y Sagarra; los novilleros Andrades, Chicharro, Cristiano Torres y Zulueta. También puntuaron los matadores de toros De Justo, Isiegas, (al que no le sirvió para sustituir a Borja Jiménez) Manzanares, Talavante, El Cid y David Galván y los rejoneadores Diego Ventura y Duarte Fernandes.
Pero el verdadero oprobio ha estado en los corrales día tras día. Un territorio en llamas permanentemente en el que las voces, incluso, han subido de tono más allá de lo aceptable. Una vez más. Por ahí, no.
El intenso tránsito de camiones, vergonzante por intensivo y cargado siempre con género mediocre si no inaceptable, causa sonrojo. Y las formas: negarse a proveer de un tercer sobrero el día de Miura es tan cicatero como antiprofesional. Que no se salva ni la de rejones que también hubo que remendar.
Es que han tenido que hacer encaje de bolillos hasta para sacar seis becerros que sirvan ¡para una novillada sin picadores!
Esta empresa, con enfrentamientos permanentes en tantos frentes, todo lo fía y procura a los festejos populares, una fuente cuantiosa de ingresos (que es lo único que les importa) teniendo como soporte lo de por la tarde. Lo asumen como un sarampión que hay que pasar para llevárselo crudo con «lo de las vacas».
Y por que lo maneja la empresa aragonesa Nodasa, que si se ocuparan ellos, como alguien dijo hace dos años en broma o en serio en petit comité: «con veinte vacas hacemos la feria». Ese es el corte del paño. Así ha salido el traje.
A esta empresa le queda un año de explotación del coso.
El primer ejercicio, de aterrizaje, tenía su margen de confianza. Pasados el segundo y el tercero que ayer concluyó está claro que esto puede ser pasto de la más especulativa gestión poniendo en peligro la situación en la que quede el garito. Todo por la pasta es la divisa.
Los ínfimos niveles del ganado y su presentación han obedecido esta feria, empíricamente, a los restos de serie más infames de lo que se pueda comprar en el campo. Si se lidió la Juan Pedro fue porque Ponce la traía bajo el brazo y la de Álvaro Núñez en lote con el cartel del día 6 lo ponía al completo Toño Matilla. Como ocurrió con un Fandi amortizado hasta en los gaches.
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