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jueves, 1 de marzo de 2012
Fromm
Alguno de ustedes, amables contertulios, me nombró el otro día a Erich Fromm. Según Fromm, el cambio social viene dado por una transformación de las estructuras sociales y, al mismo tiempo, de la psique humana. Es el énfasis en esto último lo que lo caracteriza en especial. Sostiene que la configuración de la economía es capaz de reproducir personas cuyo carácter se acopla a las necesidades de los sistemas económicos, o sea, nuestro mundo capitalista nos configura como individuos consumidores en una confusión entre tener y ser que sugiere una criticable receta para la felicidad: a mayor posesión de bienes y cosas, mayor felicidad. Es la asunción de esta receta, creída e interiorizada, la que origina que además de consumir y mirar escaparates, seamos profundamente infelices. El origen de la neurosis es, por tanto, social. La sociedad enferma (o sea, no acorde con las auténticas necesidades de realización humana) nos hace enfermos. Esta enfermedad es descrita con el concepto de resonancias marxistas de alienación o enajenación, que no es sino el estado en el que el sujeto se deja llevar, inconscientemente, por los deseos y “órdenes” del propio sistema económico; por lógicas ajenas, en definitiva. Esta asunción de lógicas ajenas es facilitada y preparada, a su vez, por un atávico miedo a la libertad que sienten los seres humanos en su desarrollo. Esto quiere decir que, a lo largo del proceso de individuación, o conversión en sujeto adulto, separado del medio y responsable, por el cual nos hacemos capaces de analizar objetivamente y decidir autónomamente, podemos sufrir un pánico que se resuelve en retrocesos a los estadios de inmadurez previos, en los que las personas viven fusionadas con su medio. Esto explicaría, por ejemplo, el nazismo, las sectas, el fundamentalismo, etc. Se trataría, en suma, de la incapacidad para ser libres. Pero existe una manera de resolver este miedo sanamente, que es el amor, tal como lo define Fromm: un vínculo con los otros que no resulta enajenante, antes bien, supone una activación y mejora de la propia personalidad, un desarrollo ni solitario ni dependiente o pasivo, sino activo y en relación con el otro diferente.
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Cualquier atadura limita la felicidad. Mientras menos cosas, más libres y más felices.
ResponderEliminar"el cambio social viene dado por una transformación de las estructuras sociales y, al mismo tiempo, de la psique humana."
Hay que lanzar al bote de basura el estereotipo de felicidad a la gringa que nos han vendido y que hemos comprado y que nada tiene que ver con la felicidad. La felicidad no la venden en las tiendas departamentales, es gratuita y está en las cosas simples que nos dejan seguir ligeros en nuestro andar por el mundo, más conscientes cada día de lo que somos y del rumbo que deseamos. fuera ataduras y yugos alienantes.
Besillos.
Me ha gustado todo esto que has explicado sobre el cambio social. Me ha servido para entender a algunas personas.
ResponderEliminarBesoss
Yo esa enfermedad de la sociedad que me afectaba siempre la he notado y nunca he pensado en hacerme nazi. Sólo un poco hostil. Supongo que el amor a los amiguetes virtuales me ha suavizado el carácter y sí, el amor lo resuelve casi todo menos el odio.
ResponderEliminarA los de mi generación, nos han vendido demasiadas verdades incuestionables que luego resultaron ser mentira. En fin, mejor analizar y construir nuestras propias verdades que pararnos a lamentarnos.
ResponderEliminarFromm me encanta, me parece un pensador bastante lucido e interesante, sin caer en esa palabreria heuca y charlatana de otros pensadores alemanes. te recomiendo que leas el arte de amar (si no lo has hecho ya) y luego me cuentes, saludos"!
ResponderEliminarExisten una serie de intereses que además fuerzan y contribuyen a que la gente reaccione de un determinado modo, mecanismos por los que nos hacen sentir dentro del grupo o que el no estarlo nos haga infelices.
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