Sobre todo la fascinación tiene que ver con los límites de lo que conocemos. Somos como un animal irracional en la medida en que sin duda hay aspectos de la existencia que ignoramos. Pero la diferencia entre nosotros y, al parecer, las demás criaturas del planeta es que reconocemos nuestra ignorancia. Esa diferencia es lo que nos hace humanos. Saber lo poco que sabemos es el inicio del asombro y el comienzo de la filosofía.
Decía Coleridge: "La filosofía surge con el asombro. Con la admiración muere".
Chicos, no tiene nada que ver, pero muy recomendable el doble documental sobre "La ansiedad por el estatus" de la 2 de Alain Botton, francamente bueno.... abrazos
ResponderEliminarPues te lo voy a rebatir, Pitt:
ResponderEliminarAnimales somos. A veces más que lo entendemos por "animales" pues si tan inteligentes somos, hay que ver cómo nos lucimos.
Cómo podemos saber que un animal no es consciente de su ignorancia??? También hay quien dice que no tienen sentimientos y basta relacionarse con ellos y observarlo.
Conozco muchos catedráticos. A diario me codeo con ellos... qué osada la ignorancia!!!
Soy ignorante de muchas, muchísimas cosas y seguramente que soy catedrática y de ello, cuando aprenda, me ruborizaré.
Pero eso no me hace "humana". Es más, me parece que debemos ganarnos el honor de ser llamados Seres Humanos.
Ahora, los filósofos son mi norte :)
Gracias a ellos voy despejando la nebulosa.
Gracias, me haces pensar.
Besos
La fascinación también tiene un punto irracional. El deseo de conocer más, a pesar de las consecuencias. Es hija del asombro intelectual, pero va más allá. Es como un flechazo. Vaya, ahí también hay fascinación.
ResponderEliminar