Lleva Sevilla en gusto y sensibilidad cambiante varios años, sin ser ajena a una realidad taurina que predomina en el toreo. De un fenotipo modélico de toro cambiado a un desconocimiento de las formas y del fondo de lo que acontece en el ruedo. La protesta del manso quinto se unió a una lista para los guiris del toreo, en la que tampoco falta el criterio del palco. Regresaba Alcurrucén a Sevilla bajo la batuta de Morante de la Puebla y faltó la música de la bravura. Una corrida de la familia Lozano sin fondo alguno, en la que destacó Sebastián Castella. Un recibo a la verónica y dos faenas serias pusieron el argumento a una tarde en la que Morante se unió apagado a sus oponentes, mientras que Tomás Rufo remató su feria sin opciones y con silencio.
Un toreo a la verónica que emociona a La Maestranza
El diestro de Béziers cuaja uno de los mejores toreos de capa de su carrera
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