Sevilla ya no hace prisioneros
Los tiempos cambian. Con sus cosas buenas o menos buenas. La vida es hacia adelante y también el toreo. En ese hacia adelante, llamado evolución, nunca una gran plaza fue lugar de otra justicia que la del toro y el torero. Pero Sevilla hoy cumplió el segundo capítulo del ajusticiamiento de Roca Rey. Ayer, Puerta del Príncipe. Hoy mandaron al paredón a dos faenas que, si no las hace el peruano, las habrían valorado, esperado y premiado de forma muy distinta. Unos constantes pitos en busca siempre de parar las faenas.
Todo lo razonable y lo justo deja de serlo cuando se es injusto. Unos dirán que cierto público de Madrid es injusto. O cruel. Puede ser. Pero cuando un torero se la juega una y otra vez, no lo ajusticia. Lo hace prisionero hasta la siguiente. Hoy Sevilla expresó un sentimiento vulgar. Los tiempos cambian. Se acepta por imperativo legal. Eso ni siquiera es gracia o guasa sevillana. Eso es otra cosa que jamás fue Sevilla.
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