Enrique Ponce dice adiós a Salamanca firmando una gran obra a un gran toro de El Capea
Gran dimensión de Marco Pérez en su presentación en La Glorieta. Despedida de Pablo Hermoso de Mendoza algo descafeinada por la frialdad del público con el rejoneador
Se despidió con honores Enrique Ponce de una de las plazas que más cariño le ha procesado durante su carrera. El torero de Chiva firmó una gran obra ante el quinto de la tarde, un toro bravo, encastado y de gran clase al que supo entender y cuajó de principio a fin. Una gran faena que puso el broche de oro a la figura de Enrique Ponce en Salamanca. La otra cara de la moneda era Marco Pérez, que no decía adiós, sino que se presentaba ante su afición, y lo hizo ofreciendo una versión ya de figura del toreo: rotundo, toreando con mucho temple y clase, valor y arrojo cuando los animales lo pedían. Una tarde de puerta grande malograda con la espada. También se despedía Pablo Hermoso de Mendoza de La Glorieta, en un ambiente algo frío con el rejoneador navarro, que ofreció una buena dimensión ante su lote.
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